Una biblioteca que late: tres días de arte, emociones y memoria cultural

La Biblioteca desarrolló desde el jueves hasta el sábado una variada programación cultural dirigida a niños, jóvenes y familias, reafirmando su compromiso con la promoción de la lectura y el fortalecimiento del tejido social en la ciudad.

Ayacucho 22 de Noviembre del 2025

Durante tres días consecutivos, la Biblioteca José Faustino Sánchez Carrión (DDC-Ayacucho) se convirtió en un pequeño laboratorio de emociones, creatividad y encuentro comunitario. El espacio cultural gestionado en cooperación con Bibliotecas Ayacucho y la Dirección Desconcentrada de Cultura reunió a niños, jóvenes y familias en una programación que buscó algo más que entretenimiento: acercar a la comunidad a la lectura, a sus propias historias y a sus raíces.

El jueves por la tarde, y nuevamente el sábado, los jóvenes ocuparon las mesas largas de la sala principal. Allí, sobre hojas de papel kraft extendidas como lienzos imperfectos, escribieron y dibujaron aquello que no siempre se dice en voz alta: emociones, miedos, gratitudes. Lo que empezó como un ejercicio de expresión terminó convirtiéndose en una conversación silenciosa entre los asistentes, que encontraron calma, compañía y, en varios casos, nuevas amistades.

La mañana del sábado trajo una energía distinta. Decenas de niñas y niños celebraron los Derechos del Niño dando vida a un mural que ahora cubre una de las paredes de la biblioteca. Trazos espontáneos, colores intensos y frases breves algunas esperanzadoras, otras profundamente íntimas construyeron una pieza colectiva que condensa sus deseos y su manera de mirar el mundo.

Por la tarde, el ambiente volvió a transformarse. Padres, madres y bebés se reunieron en la Bebeteca, un espacio donde las familias se sientan en círculo, muy cerca unos de otros. Las voces se unieron en canciones de cuna en quechua, suaves, que resonaron con una ternura difícil de describir. Para muchos asistentes, fue un recordatorio de que la memoria cultural también se transmite en brazos, con melodías que sobreviven en la intimidad del hogar.

Estas jornadas fueron posibles gracias al compromiso del equipo que sostiene el día a día de la biblioteca. Liliana, Jimena, Oliver, Kevin, Rosany y Paola acompañaron, guiaron y cuidaron cada una de las actividades, asegurando que cada visitante encontrara un espacio seguro, cálido y significativo.

A tres años de su reapertura, la Biblioteca continúa construyendo comunidad a través de actividades que combinan arte, lectura y tradición. Sus puertas siguen abiertas para quienes quieran aprender, compartir o simplemente encontrar un lugar donde sentirse parte.